Me voy a permitir ser un poco crítico o como dice alguno actuar como “abogado del diablo” y buscar algunos aspectos que en los jóvenes en general y en los monitores jóvenes en particular se está dando y está influyendo de forma negativa.
De un tiempo a esta parte algo está cambiando en los jóvenes que nos está dejando fuera de juego, al menos a mí. Son ya unos años que dicho comportamiento se está convirtiendo en tendencia y consolidándose entre ellos, al menos por aquí, en el norte. No sé si será el clima o qué, pero cuando hablo con otros compañeros que están en los puestos de director de tiempo libre o llevando algún club, me lo han confirmado. Cada vez cuesta más o les cuesta más a los jóvenes engancharse como monitores de tiempo libre y aún más involucrarse en los grupos de fe de una manera consciente y con compromiso de duración.
Digo que es una tendencia que está cada vez más de moda en el norte. Los jóvenes que están entre 17-22 tienen un verdadero miedo escénico a ser monitores, a tomar responsabilidad del tiempo libre de otros. Les cuesta dejar de ser el centro y dejar de ser ellos los protagonistas, los que “disfrutan” del tiempo libre y convertirse en los que preparan u organizan el tiempo libre de los demás.
Dentro de la sociedad se han puesto de moda, las actividades de tiempo libre para los “jovidultos” (permitidme esta licencia, para llamar a esta franja de edad que está en la Universidad, de los 17 a los 22, si alguien quiere presentarlo a la RAE como nueva palabra es libre de hacerlo). Les gusta divertirse, quieren seguir divirtiéndose durante la universidad, jueves universitario, viernes y sábado en sus lugares de origen. Se han multiplicado para ellos los conciertos, las actividades de fin de semana, las ofertas de ocio son infinitas.
Les gusta viajar, desconectar de sus problemas y disfrutar de sus días libres. Meterse en un club de tiempo libre, ya no está bien visto. Como dicen por aquí eso es una secta, nos catalogan de secta porque tenemos unas ideas claras y definidas de lo que significa disfrutar del tiempo libre. Para ellos el tiempo libre es “su” tiempo libre (yo, me, mí, para mí, conmigo que se decía antes). Los monitores jóvenes lo sufren cuando salen con sus amigos de la edad y les catalogan como una secta en un sentido peyorativo.
En una sociedad en la que los valores de lo individual, de la libertad y de la inmediatez han adquirido unos estándares de “absoluto”, el valor del colectivo, del compromiso, del voluntariado en favor de otros están mal visto. La formación que se intenta inculcar de forma transversal a los jóvenes en los clubs de tiempo libre parece que no les llega o les resbala.
Los jóvenes que dan el paso de quedarse en el club tienen parte de esas debilidades que antes he citado. Les cuesta mucho comprometerse, se quedan callados a ver si otro coge la preparación de la actividad, los plazos de entrega de lo que tienen que entregar se convierte en una persecución por parte del coordinador que aparece como el malo de la película, el miedo a la crítica les lleva a no aceptar muchas veces las correcciones que otros monitores les pueden hacer y que al final se callan por no llevarse mal entre ellos.
El compromiso de permanencia el club se resiente de esta forma de pensar y actuar. Los jóvenes en el norte (y permitidme que especifique el lugar: País Vasco) no suelen durar mucho en el club. Les cuesta horrores combinar estudios, tiempo libre y diversión sobre todo cuando hay interferencias entre ellas por no saber separar y compartimentar dichas actividades. Organizarse les cuesta mucho. Todo tiene que ser en el momento y esta forma de actuar choca con muchas de las enseñanzas o consejos que reciben. Cuando tienen que elegir qué sacrifican para llegar a todo, lo primero que cae es el club de tiempo libre. Eso sí, el salir el sábado por la noche y la consiguiente resaca es intocable en su escala de valores.
Hoy en la formación de los monitores hay que hacer mayor hincapié en unos valores que transciendan lo inmediato, lo individual para buscar mayor compromiso e identidad con los valores que defiende el club de tiempo libre (sobre todo si es salesiano). No todos serán monitores cuando dejen el club, pero al menos, los que den ese paso, que lo hagan con pleno convencimiento y compromiso. A partir de ese momento dejan de ser los que disfrutan para convertirse en el motor de su club.
Koldo Calvo