La vida es un juego y hay que saber jugarla, además como todo juego tiene que tener sus reglas para que todo el mundo sepa a qué atenerse. Muchas veces nos encontramos con personas que no participan correctamente, hacen trampas y quieren rehacer el juego hacia sí, adaptando las normas, mirando hacia otra parte o haciendo la vida imposible a los demás. En estas ocasiones es mejor “eliminar al jugador o jugadora” y volver a comenzar o retomar la partida, según se pueda.
El jugar proporciona alegría, estableciendo contactos con los de nuestro alrededor. Ponemos a funcionar la imaginación, pensamos cosas, que en realidad no suceden a nuestro alrededor, en ese momento en que son pensadas, pero que ayudan a llevar a la realidad. A la par, hablamos de la creatividad, de la habilidad para crear algo, es algo práctico.
Con el juego nos comunicamos y expresamos entre nosotros, nos ayuda a entender cómo nos comportamos y así resolver posibles problemas. Además es un medio de exploración porque desarrolla habilidades físicas, cognitivas, emocionales, perceptivas, sensoriales y/ o sociales. Así que, juguemos.
La vida es como un juego, una partida, mi partida y lo que haga para llegar antes a la meta, al objetivo, depende de nosotros. Siempre estamos jugando, porque si yo no muevo ficha, no tomo decisiones, alguien lo hará por nosotros. Es necesario planificar nuestras acciones, tener un plan, estrategias…
Dependiendo de la estrategia a seguir, de nuestros pasos, las consecuencias serán unas u otras y será preciso no perjudicar en demasía a las personas. Nuestras decisiones, tanto en juegos como en la vida, influyen a otras personas, se requiere llegar a acuerdos, complementar esfuerzos, motivarnos y así poder tener éxito en la partida.
En algunos casos, tampoco saldrán las cosas como pensábamos y eso forma parte de la vida, del juego. Esos fallos o errores nos sirven para aprender, para replantear, reestructurar, avanzar, descartar lo que no queremos e incluso dejar de “jugar” para tomar distancia y reflexionar hasta que volvamos a la carga. Siempre es necesario jugar.
Ana Llamas